Descargar aquí el libro de Melody Beattie YA NO SEAS CODEEPNDIENTE
link: http://es.scribd.com/doc/24732118/Beattie-Melody-Ya-No-Seas-Codependiente
Este libro es una gran ayuda para trabajar la codependencia a las personas.
A continuacion un extracto de la introduccion:
"Mi primer encuentro con codependientes fue a principios de la década de los sesenta. Esto sucedióantes de que a la gente atormentada por la conducta de otras personas se le llamara codependiente, y antesde que a la gente adicta al alcohol y a otras drogas se le etiquetara como dependiente químico. Aunque yo nosabía qué eran los codependientes, generalmente sí sabía quiénes eran. Siendo yo alcohólica y adicta,pasaba como una tormenta por la vida, haciendo a otros codependientes.
Los codependientes eran una molestia necesaria. Hostiles, controladores, manipuladores, indirectos,productores de sentimientos de culpa, era difícil comunicarse con ellos, en ocasiones resultabanverdaderamente odiosos y constituían un obstáculo para mi compulsión de “elevarme”. Me detenían, meescondían las pastillas, hacían gestos de desagrado, me tiraban el alcohol por el fregadero, trataban de impedirque consiguiera más drogas, querían saber por qué les estaba haciendo esto a ellos y me preguntaban qué mepasaba. Pero siempre estaban ahí, listos para rescatarme de los desastres que yo me fabricaba. Loscodependientes en mi vida no me entendían, y yo tampoco los comprendía a ellos.
Mi primer encuentro profesional con codependientes ocurrió años después, en 1976. Para eseentonces en Minnesota, los adictos y alcohólicos se habían vuelto dependientes químicos, a sus familiares yamigos se les llamaba los otros significativos y yo era una adicta y alcohólica en recuperación. En esa época,trabajaba también como consejera en el campo de la dependencia química, esa vasta cadena de instituciones,programas y agencias que ayuda a que la gente con dependencias químicas se alivie.
Como soy mujer y la mayoría de los otros significativos en ese tiempo eran también mujeres, y comotenía menos antigüedad y ninguno de mis compañeros de trabajo quería hacerlo, mi jefe en el centro detratamiento de Minneapolis me pidió que organizara grupos de apoyo para las esposas de los adictos queestaban participando en el programa.
Yo no estaba preparada para esa tarea. Todavía encontraba a los codependientes hostiles,
controladores, manipuladores, indirectos, provocadores de sentimientos de culpa, me era difícil comunicarmecon ellos, y más.
En mi grupo, veía personas que se sentían responsables del mundo entero, pero que se rehusaban aasumir la responsabilidad para conducir y vivir sus propias vidas.
Vi personas que constantemente daban de sí a los demás pero que no sabían recibir. Vi a otros darhasta sentirse iracundos, exhaustos y vacíos del todo. Vi algunos dar hasta darse por vencidos. Lleguéincluso a ver a una mujer dar y sufrir tanto que murió de “vejez” y por causas naturales a los 33 años. Eramadre de cinco niños y esposa de un alcohólico que había sido enviado a prisión por tercera vez.
Trabajé con mujeres expertas en cuidar a todo el que se encontraba a su alrededor, y aun así estasmujeres dudaban de su capacidad para cuidar de sí mismas.
Vi personas que eran tan sólo cascarones, que corrían sin pensar de una actividad a otra. Vi a lossiempre complacientes, a los mártires, a los estoicos, a los tiranos, vi personas como enredaderas marchitas,enredaderas colgantes, y, tomando una línea de H. Sackler en su obra The Great White Hope (La granesperanza blanca), vi “rostros arrebatados que denotaban miserias”.
La mayoría de los codependientes estaba obsesionada con otras personas. Con gran precisión ydetalle, podía recitar largas listas de los actos y transgresiones de los adictos: lo que pensaban, hacían ydecían; y lo que no pensaban, no hacían o no decían. Los codependientes sabían lo que el alcohólico o adictodebía o no debía de hacer. Y se preguntaban una y otra vez por qué lo hacían o por qué no lo hacían.
Sin embargo, estos codependientes que tan bien podían ver dentro de los demás no podían verse a sí mismos. No sabían lo que estaban sintiendo. No estaban seguros de lo que pensaban. Y no sabían qué era,si acaso había algo, lo que podían hacer para resolver sus problemas; si, en efecto, tenían algún otro problemaque no fueran los alcohólicos.
Era un grupo formidable el de estos codependientes. Molestaban, se quejaban y trataban de controlartodo y a todos menos a sí mismos. Y, excepto por unos cuantos pioneros de la terapia familiar, muchosconsejeros (incluyéndome a mí) no sabían cómo ayudarlos. El campo de la dependencia química prosperaba,pero la ayuda estaba centrada en el adicto. La bibliografía y el entrenamiento para terapia familiar eranescasos. ¿Qué necesitaban los codependientes? ¿Qué querían? ¿Qué no eran tan sólo una extensión delalcohólico, un visitante del centro de tratamiento? ¿Por qué no podían cooperar, en vez de buscar problemassiempre? El alcohólico tenía una excusa para estar tan loco: estaba borracho. Estos otros significativos no
tenían excusa. Actuaban así estando sobrios..."